Os digo que así habrá más gozo en
el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que
no necesitan de arrepentimiento. Lucas 15:7
También dijo: Un
hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre; Padre, dame la
parte de los bienes que me corresponde, y les repartió los bienes. No muchos
días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a
una provincia apartada; y allí desperdicio sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Lucas 15:11-16
una provincia apartada; y allí desperdicio sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Lucas 15:11-16
¿Le suena conocida esta historia?
¿O ha escuchado algo similar en algún momento? Hijos que se rebelan contra los padres, porque
están hartos de sus cuidados, y no quieren que nadie los supervise, porque
piensan que ya tienen la edad suficiente para saber decidir por sí solos,
olvidando el Santo mandamiento que dice: Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se
alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. Exodo 20:12
De acuerdo a la ley judía, un
padre no podía repartir sus bienes como quisiera: el primogénito tenía que
recibir dos terceras partes, y el segundo, el otro tercio. No era raro que se
repartiera la herencia antes de morir el padre, especialmente si éste quería
retirarse de la dirección del negocio; pero había una innegable dureza en la
actitud del hijo menor cuando dijo: «Padre,
dame la parte de los bienes que me corresponde!», como si dijera «lo que va a
ser mío de todas maneras cuando te mueras.» El padre no discutió. Así que
accedió a su petición. Sin perder tiempo, el hijo reunió el producto de todo lo
que le correspondió, y se marchó de casa. No pasó mucho tiempo antes de que se
lo gastara todo, ¿Y cómo se lo gastó? La biblia dice que lo gasto: Viviendo
perdidamente, cuantos veces los padres con tanto esfuerzo y muchos años de arduo
trabajo, logran conseguir algunos bienes materiales y ahorrar dinero para
dejarles a sus hijos una herencia, pero
sucede muy a menudo que los hijos lo malgastan en un dos por tres, viviendo desordenadamente,
en vicios, en drogas, en el alcohol, en la prostitución, degradándose ellos
mismos, porque cuando se les acaba el dinero, terminan robando, matando, prostituyéndose
para poder sufragar sus vicios, algunos acaban en la cárcel, o enfermos y no
tienen ni quien los voltee a ver, es entonces cuando algunos entran en razón, y
deciden regresar al hogar, regresar a su padre, como fue el caso del hijo
prodigo, quien acabó cuidando cerdos, un trabajo prohibido para los judíos,
Y
volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen
abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre,
y le diré: Padre he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser
llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Lucas 15:17-19 ¿Acaso
estarás tú viviendo algo parecido? ¿Pensaste que tú ya sabias gobernar tu
propia vida? ¿Y por eso dejaste el hogar? ¿Te encuentras lejos de casa? ¿O estás
viviendo con tus padres, pero vives en desobediencia? No quieres que te digan
nada, ¿Crees saberlo todo y no sabes nada? Hoy te invito a que reflexiones, ¿Cómo
has estado viviendo? ¿Cómo es la relación con tus padres? ¿Si les das la honra
que se merecen? Recuerda: Honra
a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te
vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Efesios 6:2-3
Veamos cómo termina esta
historia; Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún
estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó
sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo
y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus
siervos; Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y
calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos
fiesta; porque mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es
hallado. Y comenzaron a regocijarse. Lucas 15:20-24 Así con historias como esta, Jesús enseñaba a
las gentes y les decía, así es Dios con nosotros, así procede el Padre con
nosotros, porque nosotros le hemos dejado, lo hemos hecho a un lado, no
obedecemos a su palabra, ignoramos su voz, es por eso que en esta hora, el
Señor te está llamando, ven a él, Dios no quiere que sigas vagando errante sin
saber a dónde ir, ni a donde encontrar refugio, él es tu refugio, Dios envió a
su hijo Jesucristo a buscar y a salvar lo que se había perdido, el Señor te
está esperando, igual que este padre esperaba a su hijo: escrito está: Cuando
aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió , y se
echó sobre su cuello, y le besó. Ven a Cristo él te está esperando, él quiere darte una nueva vida, él no quiere que sigas viviendo en el pecado, el
pecado y la desobediencia nos separan de Dios, ven a Cristo hoy.
¿Quieres
tú ser salvo? ¿Quieres expiar tus culpas? ¿Quieres ser limpio de toda maldad?
Tan solo hay poder en la Sangre de Jesús. Y en ningún otro hay salvación:
Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser
salvos. Hechos 4:12 ¿Quieres aceptar a Cristo como tu Señor y Salvador?
Haz la
siguiente oración:
Señor
Dios Todopoderoso. Creo que Jesucristo es el hijo de Dios, y que tú lo enviaste
a morir en la cruz del calvario, que derramo su sangre hasta la muerte, y que
solo con su sangre yo encuentro la remisión a mis pecados, en esta hora yo
acepto a Jesucristo como mi Señor y Salvador, reconozco Padre he pecado contra
el cielo y contra ti, ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo, pero por tu misericordia lo soy, en esta hora
Cristo te entrego mi vida, te abro la puerta de mi corazón, entra a morar en mi
corazón y dame una nueva vida en ti, dame vestiduras limpias, pon tu anillo en
mi mano y calzado en mis pies, por favor
ten misericordia de mí y lávame con tu Sangre preciosa, me cubro con la sangre
de Cristo en esta hora, dame de tu Santo Espíritu y escribe mi nombre en el
libro de la vida del cordero, y espero tu regreso, en el nombre de Jesús. Amén,
y amén.
Oye, hijo
mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre.
Porque adorno de gracia serán a tu cabeza. Y collares a tu cuello. Proverbios 1:8-9
Y esta es
la vida eterna; que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a
quien has enviado. Juan 17:3
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