Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el
Señor; convertíos, pues y viviréis
Y sobrevino temor a toda persona;
y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que
habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas, y vendían sus
propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada
uno. ¿Qué es lo que había sucedido? Para que estas personas se comportaran de
esta manera, ¿Qué había ocurrido? Que hasta temor tenían y que clase de
maravillas y señales estaban
presenciando para que tuvieran un comportamiento tal, al grado que se ayudaban entre si y no había ningún necesitado entre ellos. Escrito está que: Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo. Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilía, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les, oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. Hechos 2:1-11 Esto es lo que tenía a todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto (borrachos) Entonces pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera (nueve de la mañana) del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones. Y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. Y daré prodigios arriba en el cielo. Y abajo en la tierra. Sangre y fuego y vapor de humo; El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, Antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto; Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimientos de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole, al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. A este Jesús resucito Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Sepa púes, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
presenciando para que tuvieran un comportamiento tal, al grado que se ayudaban entre si y no había ningún necesitado entre ellos. Escrito está que: Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo. Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilía, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les, oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. Hechos 2:1-11 Esto es lo que tenía a todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto (borrachos) Entonces pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera (nueve de la mañana) del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones. Y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. Y daré prodigios arriba en el cielo. Y abajo en la tierra. Sangre y fuego y vapor de humo; El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, Antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto; Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimientos de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole, al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. A este Jesús resucito Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Sepa púes, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Pero que es arrepentirse? Arrepentirse es reconocer que hemos vivido
separados de Dios, que el pecado ha causado esa separación entre Dios y
nosotros, arrepentirse es reconocer que nosotros al igual que estos judíos
hemos ignorado a Dios, nosotros también nos hemos hecho dioses que no son dioses,
dioses de oro de plata de bronce, de madera y de barro, El Dios que hizo el
mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra,
no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de
hombre, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento
y todas las cosas. Siendo pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la
Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de
imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por
alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo
lugar, que se arrepientan; Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará
al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con
haberle levantado de los muertos.
Quieres tú después de haber leído
estas líneas convertirte a Dios. Echando todas vuestras transgresiones con que
habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Porque el Señor
te dice en su palabra. No quiero la muerte del que muere dice Jehová el Señor;
convertíos, pues y viviréis. Sí conviértete a Dios con todo tu corazón,
entrégale tu vida a Cristo y salvo serás y entonces se cumplirá lo que está
escrito: Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la
vida; el que cree en mí, aunque este muerto vivirá. Juan 11;25
Si has decidido aceptar a Cristo
como tu Salvador, haz esta oración conmigo:
Señor Dios que habitas en los
cielos yo creo que tu enviaste a Jesús a morir en la cruz, y que tú le has
hecho Señor y Cristo en esta hora yo me arrepiento de todos mis pecados y me
convierto a ti al dador de la vida, reconozco y acepto a Jesús como mi Señor y
salvador y en esta hora Jesús te entrego mi vida dame un nuevo corazón, un
corazón que tema tu nombre. Un corazón que te ame y que te adore, Señor lávame
con tu sangre preciosa, dame de tu Santo Espiritu para que él me guie a toda
verdad y a toda justicia, y escribe mi
nombre en el libro de la vida, en el nombre de Jesús amen, y amén
Si aceptaste a Cristo como tu
Señor y Salvador, Felicidades ya eres parte de la gran familia de Dios!!!!
Y si no lo has hecho, recuerda
mientras hay vida hay esperanza, no dejes que te sorprenda la muerte sin
Cristo.
Dios te bendiga
Y ESTA ES
LA VIDA ETERNA; QUE TE CONOZCAN A TI, EL ÚNICO DIOS VERDADERO, Y A JESUCRISTO,
A QUIEN HAS ENVIADO.
JUAN 17:3
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