lunes, 5 de marzo de 2012

El ladrón arrepentido Lucas 23;42


El malhechor moribundo tuvo más fe que los demás seguidores de Jesús juntos. Aunque los discípulos seguían amando a Jesús, sus esperanzas por el Reino comenzaron a desvanecerse. Muchos se apartaron. Como uno de sus
seguidores dijo con tristeza dos días más tarde: "Pero nosotros esperábamos que El era el que había de redimir a Israel" (24.21). El ladrón, por el contrario, miró al hombre que agonizaba junto a El y dijo: "Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino". Al parecer, el Reino había llegado a su fin. ¡Qué inspiradora es la fe de este hombre que vio la gloria venidera más allá de la ignominia presente!
Al mediodía, la oscuridad cubrió toda la tierra cerca de tres horas. Parecía que la naturaleza se condolía por la trágica muerte del Hijo de Dios. Este hecho tan importante simboliza la obra de Cristo en la cruz. El templo tenía tres partes: los atrios, para toda la gente; el Lugar Santo, donde solo los sacerdotes podían entrar; el Lugar Santísimo donde el sumo sacerdote entraba una sola vez al año para ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo. En el Lugar Santísimo se hallaba el arca del pacto y la presencia de Dios en él. El velo que se rasgó era lo que impedía que el Lugar Santísimo estuviera a la vista. Al morir Cristo, desapareció la barrera entre Dios y el hombre. Ahora cada persona puede llegar a Dios directamente mediante Cristo. 
Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal.  Porque el tabernáculo (A) estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro,(B) la mesa y los panes de la proposición.(C) Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo,(D)  el cual tenía un incensario de oro (E) y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, (F) en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, (G)  la vara de Aarón que reverdeció, (H) y las tablas del pacto; (I)  y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; (J) de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle.  Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; (K)  pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo; (L)  dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie.  Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto,  ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.  Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación,  y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.   Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, (M) y las cenizas de la becerra (N) rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne,   ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? (Hebreos_9:1-14

Esta escrito que el día que crucificaron a Jesús: Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo; Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros, Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; más éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús; Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. Lucas 23:32-34,39-43
El ladrón arrepentido: Este hombre a punto de morir, se volvió hacia Jesús en busca de perdón y El lo aceptó. Esto nos muestra que nuestras obras no nos salvan, pero nuestra fe en Cristo sí. Nunca es demasiado tarde para volvernos a El. Aun en su miseria, Jesús tuvo misericordia de este malhechor que decidió creer en El. Nuestras vidas son mucho más útiles y plenas si nos volvemos a Dios a temprana edad, pero incluso los que se arrepienten casi al final estarán con Dios en su paraíso. Este hombre en los últimos minutos de su vida hizo, siete cosas que le permitieron alcanzar la vida eterna:

1.- Reprendió al otro ladrón:  Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Lucas 23:40
2.- Confesó su propio pecado:  Nosotros a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Lucas 23:41
3.-  Declaró que Cristo no tenía pecado:  Más éste ningún mal hizo. Lucas 23:41
4.--  Exhibió una fe maravillosa:  Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Lucas 23:42
5.-  Confesó a Cristo, llamándolo Señor:  Y dijo a Jesús. Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Lucas      23:42 En medio de su sufrimiento reconoció que Jesús es Señor y Rey, por eso le dijo, Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
6.- hizo una oración modelo: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Lucas 23:42
7.-  Recibió una respuesta inmediata:  Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.  Lucas 23:43

 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,  por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne,  y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,  acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Hebreos 10:19-22

Esto es lo que hizo éste malhechor, querrás tú acercarte a Dios y reconocerlo como Señor y Cristo? ¿querrás tú confesar tus pecados y Creer en él?

Si es así haz está oración:

Señor Jesús, yo al igual que éste ladrón en esta hora reconozco mis pecados, y vengo delante de tí, y te pido que te acuerdes de mí, que tengas misericordia de mí, te pido que perdones mis pecados, que me laves con tu sangre preciosa, quita de mi toda maldad y borra todas mis iniquidades, hoy te confieso como mí Señor y mi Dios, te abro la puerta de mí corazón, para que entres a morar en él, pon en mi tu Santo Espíritu, y escribe mi nombre en el libro de la vida, Padre te doy gracias, por dar en sacrificio a tu hijo Jesucristo y por amarme tanto, hoy me vuelvo a ti con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, te pido que me ayudes y me fortalezcas para vivir mi nueva vida en cristo, y esperar tu venida, si Señor Jesús ven pronto, amén y amén.

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