No está
aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba
en Galilea, diciendo: Es necesario que
el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea
crucificado, y resucite al tercer día, Entonces ellas se acordaron de sus
palabras. Y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas
cosas a los once, y a todos los demás. Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles. Más a ellos les parecían locuras las palabras de ellas, y no las creían. Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido: Lucas 24:6-12 Los ángeles recordaron a las mujeres que Jesús anunció con detalles todas las cosas que le sucederían. Ahora Pedro corre al sepulcro, él que tan recientemente había huido de su Maestro. Estaba asombrado. Hay muchas cosas que nos causan estupefacción y confusión, y que serían claras y provechosas si entendiésemos correctamente las palabras de Cristo. La resurrección de Jesús de la muerte es el hecho central de la historia cristiana. Sobre ella, la Iglesia está construida; sin ella, no existiría hoy la Iglesia cristiana. La resurrección de Jesús es única. Otras religiones tienen sistemas éticos sólidos, conceptos acerca del paraíso y escrituras sagradas. Solo los cristianos tienen un Dios que se hizo hombre, literalmente murió por su pueblo y resucitó en poder y gloria para gobernar a su Iglesia para siempre.
cosas a los once, y a todos los demás. Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles. Más a ellos les parecían locuras las palabras de ellas, y no las creían. Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido: Lucas 24:6-12 Los ángeles recordaron a las mujeres que Jesús anunció con detalles todas las cosas que le sucederían. Ahora Pedro corre al sepulcro, él que tan recientemente había huido de su Maestro. Estaba asombrado. Hay muchas cosas que nos causan estupefacción y confusión, y que serían claras y provechosas si entendiésemos correctamente las palabras de Cristo. La resurrección de Jesús de la muerte es el hecho central de la historia cristiana. Sobre ella, la Iglesia está construida; sin ella, no existiría hoy la Iglesia cristiana. La resurrección de Jesús es única. Otras religiones tienen sistemas éticos sólidos, conceptos acerca del paraíso y escrituras sagradas. Solo los cristianos tienen un Dios que se hizo hombre, literalmente murió por su pueblo y resucitó en poder y gloria para gobernar a su Iglesia para siempre.
Y he aquí, dos de ellos iban
el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de
Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían
acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se
acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que
no le conociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros
mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de ellos, que se
llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has
sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces él les
dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón, profeta,
poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le
entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de
muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel;
y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido.
Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes
del día fueron fueron al sepulcro, y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo
que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive. Y
fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres
habían dicho, pero a él no le vieron. Lucas 24:13-24 Los dos discípulos que venían de Emaús
erraron en su comprensión de la más grande historia porque se preocupaban
demasiado de sus desalientos y problemas. Por eso no se dieron cuenta que la
persona que iba con ellos era Jesús. La
noticia de la crucifixión de Jesús se esparció por toda Jerusalén ya que era la
semana de Pascua y peregrinos judíos visitaban la ciudad provenientes de todo el Imperio Romano, así se
enteraron de su muerte. Este no era un acontecimiento de poca importancia, que
afectara solo a los discípulos, toda la nación estaba interesada. Los discípulos de Emaús esperaban que Jesús
libraría a Israel de sus enemigos. Muchos judíos creían que las profecías del
Antiguo Testamento señalaban a un Mesías político o militar; no se dieron
cuenta que el Mesías vino para rescatar a la gente de la esclavitud del pecado.
Llegaron a la aldea adonde
iban, y él hizo como que iba más lejos. Mas ellos le obligaron a quedarse,
diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde y el día ya ha declinado.
Entro pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que estando sentando con ellos a
la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos
los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de sus vista. Lucas 24:28-31 El
hombre desconocido primero los sorprendió al tomar el lugar de dueño de casa en
la mesa, ya tomo el pan el pan lo bendijo y lo partió, pero siguiendo a aquel
acto que reproducía toda la escena de la última Cena, un despertar de
asociaciones y recuerdos hizo que conocieran a su visitante, y él quedó
manifiesto ante su mirada sorprendida como SU SEÑOR
RESUCITADO. Ellos iban a seguir mirándolo, y tal vez a abrazarlo, pero
en aquel momento se desapareció. Podemos
maravillarnos de estos discípulos, que creían que Jesús es el Hijo de Dios y el
Mesías verdadero, a los que tan a menudo les había dicho que debía morir y
resucitar, y luego entrar en su gloria, y que en más de una ocasión le habían
visto resucitar muertos, pudieran tardar tanto en creer en su resurrección por
su poder. Todos nuestros errores en la fe, surgen de ignorar u olvidar las
palabras que Cristo ha dicho.
Y levantándose en la misma hora,
volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con
ellos, que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente,
y ha aparecido a Simón (Pedro). Entonces ellos
contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían
reconocido al partir el pan; Lucas 24:33-35 Esta es otra de las historias breves inmortales del mundo
(a) Nos habla de cómo
estas personas, cuando recibieron tan gran alegría, se apresuraron a
compartirla. Eran otros doce kilómetros de vuelta a Jerusalén, y ya de noche;
pero no podían guardarse la Buena Noticia. El Evangelio no es nunca del todo
nuestro hasta que lo hemos compartido con otros.
(b) Nos habla de cómo,
cuando por fin llegaron a Jerusalén, encontraron a otros que habían tenido una
experiencia parecida. La gloria de los cristianos es que viven en una compañía
de gente que ha tenido la misma experiencia. Se ha dicho que la verdadera
amistad empieza cuando las personas comparten un recuerdo común, y se pueden
decir: «¿Te acuerdas?» Cada uno de nosotros los cristianos formamos parte de
una comunidad de personas que comparten una experiencia y un recuerdo común de
su Señor.
(c) Nos dice que Jesús
se le apareció a Pedro. Esa seguirá siendo una de las grandes historias jamás
contadas; pero es maravilloso el que Jesús dedicara una de sus primeras apariciones
precisamente al hombre que le había negado. Es la gloria de Jesús que Él puede
devolverle la dignidad a un pecador arrepentido.
Es por eso que en esta
hora, te presento a Cristo resucitado y te invito a que lo aceptes como tu
Señor y Salvador, y te digo que solamente en Cristo puedes encontrar el perdón
de tus pecados y la vida eterna.
¡Aceptalo pues! ¿Cómo?
Repite esta oración:
Señor Jesús, en esta
hora yo te acepto como mi Señor y Salvador, Creo que tu moriste en la cruz del
calvario, que derramaste tu sangre preciosa y que con ella me compraste y solo
en tu sangre encuentro el perdón de mis pecados, hoy te ruego me aceptes como uno
de tus discipulos, lávame con tu sangre preciosa, cúbreme con tu sangre
preciosa, Padre te doy gracias, por Cristo mi Señor y Salvador, te pido que
escribas mi nombre en el libro de la vida del cordero y que me des el don de tu
Espíritu Santo. Padre obra en mi el milagro del nuevo nacimiento, ya que tu
palabra dice: Que si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas
pasaron y todas son hechas nuevas. Yo me declaro hoy una nueva criatura por la
sangre de Jesús. Amén y amén.
Y ESTA ES LA VIDA
ETERNA; QUE TE CONOZCAN A TI, EL UNICO DIOS VERDADERO, Y A JESUCRISTO, A QUIEN
HAS ENVIADO. Juan 17:3
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