viernes, 20 de julio de 2012

DIOS ES NUESTRO AMPARO Y FORTALEZA Salmo 46


Dios es nuestro amparo y fortaleza. Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón del mar; Aunque bramen y se turben sus aguas, Y tiemblen los montes a causa de su braveza. El temor de que los montes o las ciudades caigan de repente al mar debido a una explosión nuclear persigue a mucha gente en la actualidad. Pero el
salmista dice que incluso si el mundo se acabara, "¡no temeremos!" Aun frente a una destrucción total, expresó una gran confianza en la capacidad de Dios para salvarlo. Parece imposible enfrentarse al fin del mundo sin temor, pero la Biblia es clara: Dios es nuestro refugio aun frente a la destrucción total. No es un simple refugio temporal, es nuestro refugio eterno y puede fortalecernos en toda circunstancia. Ya lo ha hecho antes y lo volverá a hacer, porque: Dios no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no lo hará? He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla. Números 23:19-20 Cuando el pueblo de Israel cruzó el mar rojo, después Anduvieron perdidos por el desierto, por la soledad sin camino, Sin hallar ciudad en donde vivir. Hambrientos y sedientos, Su alma desfallecía en ellos. Entonces clamaron a Jehová en su angustia, Y los libró de sus aflicciones. Los dirigió por camino derecho. Para que viniesen a ciudad habitable. Alaben la misericordia de Jehová, Y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Porque sacia al alma menesterosa, Y llena de bien al alma hambrienta. Salmo 107:4-9

 Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios. El santuario de las moradas del Altísimo. Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana. Muchas grandes ciudades tienen ríos que fluyen a través de ellas, sosteniendo así la vida de la gente al hacer posible la agricultura y facilitando el comercio con otras ciudades. Jerusalén no tenía río, pero tenía a Dios que, como un río, sostenía la vida del pueblo. Mientras Dios vivió entre su pueblo, la ciudad fue invencible. Pero cuando el pueblo lo abandonó, Dios lo dejó y Jerusalén cayó ante el ejército babilónico. Pues Dios mismo les había dicho por boca de Moisés su siervo: Y te hará Jehová tu Dios abundar en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, para bien; porque Jehová volverá a gozarse sobre ti para bien, de la manera que se gozó sobre tus padres. Cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te convirtieres a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma. Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en el cielo, para que digas; ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? Ni está al otro lado del mar, para que digas; ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas. Mira yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella, A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar. Deuteronomio 30:9-20

El salmista nos dice: Bramaron las naciones, titubearon los reinos; Dio él su voz, se derritió la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob. Venid, ved las obras de Jehová, Que ha puesto asolamientos en la tierra. Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra. Que quiebra el arco, corta la lanza, Y quema los carros en el fuego. Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob.
La guerra y la destrucción son inevitables, pero también lo es la victoria final de Dios. En ese momento, todos permanecerán en silencio ante el Dios Todopoderoso. Cuán oportuno es para nosotros estar quietos honrando y reverenciando su poder y majestad. Dedique cada día el tiempo necesario para permanecer quieto y exaltar a Dios

Ahora si tú quieres, puedes acercarte a Dios, mira lo que dice, el santo mandamiento no está en el cielo ni del otra lado del mar, está cerca de ti en tu boca y en tu corazón, Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:8-10

Así que hoy yo te invito ven a Cristo, reconócelo como tu Señor y Salvador, y entrégale tu vida a él y salvo serás. Tan solo ora así:

Señor Jesús en esta hora yo reconozco que soy pecador y que necesito de ti, yo te recibo como mi único Señor y Dios, confieso con mi boca que tu eres el Señor, te recibo en mi corazón, te abro las puertas de mi corazón ven y haz morada en mi, te pido que perdones todos mis pecados lávame con tu sangre preciosa, quiero ser limpio de toda contaminación de pecado, pon en mi tu Santo Espíritu y escribe mi nombre en el libro de la vida. Padre Santo gracias te doy por Jesucristo tu hijo amado a quien tu mandaste a morir en la cruz por mí, Padre te doy gracias y te pido que me ayudes a ser fiel hasta que tu vengas en el nombre de Jesús, amén y amén.

Y esta es la vida eterna; que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Juan 17:3

Si hiciste está oración escríbenos para ayudarte con tu nueva relación con Dios.                          Jabesxviii@hotmail.com                    aa.1963@hotmail.com

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